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Un aceite de oliva virgen sin filtrar es un zumo de aceitunas que al estar recién extraído contiene impurezas, tales como partículas de pulpa procedentes del fruto del olivo: la aceituna. Estas impurezas quedan integradas en el zumo y con el paso del tiempo se decantan de forma natural, lo que hace que, debido a la diferencia de densidades, las impurezas desciendan hasta el fondo del envase. Es un proceso lento y depende mucho de la maduración del fruto, temperatura y procedimiento de extracción.

Este tipo de aceite de oliva sin filtrar conserva los componentes beneficiosos de la aceituna

Como los antioxidantes y vitaminas, aunque puede ser menos estable que el filtrado. Una de las ventajas del aceite sin filtrar con apariencia turbia es que el consumidor tiene la seguridad de que el aceite es fresco y que se ha producido en la última campaña de aceitunas.

Claro, todo no iba a ser favorable para el aceite sin filtrar. Aparte de la desventaja de su apariencia menos atractiva que la del aceite filtrado, su otra desventaja es la conservación, pues se recomienda que se consuman en el año. Esto se debe a que dichos aceites al decantarse en el envase pasado un tiempo, los posos decantados podrían llegar a transmitir algún aroma no deseado al aceite, en ningún caso el aceite se ha puesto malo. Por tanto, se recomienda su almacenamiento en un lugar fresco y refugiado de la luz para un consumo lo más fresco posible y no tardar en consumirlo más de 12 meses desde su envasado.


El aceite de oliva sin filtrar se recomienda tomar en crudo para aliño y aderezo de todo tipo de alimentos, sobre todo aquellos a los que se le quiere dar un sabor a aceituna.
Si por el contrario queremos utilizar un aceite de oliva virgen para cocinar y frituras, es más recomendable emplear un aceite de oliva filtrado, ya que conserva mejor en el tiempo sus propiedades originales y aguanta mejor las temperaturas altas.

Aceite de oliva sin filtrar
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